martes 20 mayo 2025 - 11:34
"La recitación del Corán es una de las más elevadas formas de adoración, y pocas devociones alcanzan su rango"

Hawzah/Su Eminencia, el Ayatolá Makarem Shirazi, declaró: "La recitación del Corán es una de las más elevadas formas de adoración, y pocas devociones alcanzan su rango, ya que esta recitación inspira la reflexión en el Corán, y la reflexión es la fuente de las buenas acciones."

Según informa la Agencia de Noticias Hawzah, el Ayatolá Makarem Shirazi, en un escrito en respuesta a la pregunta "¿Es el Corán un libro destinado solo para su recitación, reflexión o práctica?", expresó:

Respuesta breve:

La recitación del Corán es una de las más elevadas formas de adoración, y pocas devociones alcanzan su rango, ya que esta recitación inspira la reflexión en el Corán, y la reflexión es la fuente de las buenas acciones. La recitación del Corán debe ser un medio para meditar en su significado y contenido, y esta reflexión debe conducir a su puesta en práctica.

Aquellos que se conforman con solo recitar y memorizar el Corán, sin reflexionar ni actuar conforme a él, aunque hayan cumplido con uno de sus tres pilares, han perdido los dos más importantes y sufren una gran pérdida.

En conclusión, tenemos tres deberes principales hacia el Corán:

Recitarlo.

Comprenderlo.

Y, sobre todo, actuar conforme a él.

Respuesta detallada:

Las enseñanzas del Islam hacen gran énfasis en la acción, pero lamentablemente, algunos musulmanes tienen una comprensión meramente teórica y no práctica. Por ejemplo, respecto al Corán —cuya primavera es el mes sagrado de Ramadán, donde su recitación tiene una gran recompensa—, algunos creen que lo importante es recitarlo repetidamente, sin darse cuenta de que el Corán es un programa de vida para los musulmanes.

El Corán es como una receta médica: por mucho que la leamos, no cura nuestra enfermedad si no la aplicamos. La lectura es necesaria, pero solo como preludio de la acción.

Nuestra interpretación del Corán suele limitarse a considerar sus palabras sagradas, reveladas en Ramadán, y a creer que cuantas más veces lo leamos, mayor será la recompensa. Pero olvidamos que su recitación es un camino hacia la práctica.

El énfasis en la recitación del Corán en Ramadán se debe a que, durante el ayuno, el corazón se purifica y se vuelve más receptivo a sus enseñanzas. El Corán es la mejor guía, y su propósito es que, al leerlo, nuestro corazón lo acepte y seamos guiados y educados por él.

Se nos ha enseñado que, al llegar a un versículo que diga "¡Oh, creyentes!", respondamos "¡Labbaik!" (¡Aquí estoy!), porque nosotros somos sus destinatarios, no solo los compañeros del Profeta (la paz sea con él y su familia).

Del mismo modo, cuando el Corán menciona el castigo, debemos buscar refugio en Dios, porque nos concierne. Y cuando describe el Paraíso y sus bendiciones, debemos pedirlas, como dijo el Imam Ali (la paz sea con él) en el Sermón de Hammam: "Los piadosos son aquellos que, al leer el Corán, sienten el rugido del Infierno resonando en sus oídos." Esta es la verdadera comprensión del Corán.

El Corán mismo lo confirma:

"¿Acaso no reflexionan en el Corán, o es que sus corazones están cerrados?" (47:24).

"Hemos hecho el Corán fácil para el recuerdo. ¿Habrá quien reflexione?" (54:17).

"Este es un Libro bendito que hemos revelado. ¡Síganlo!" (6:155).

Por lo tanto, quienes se conforman con solo recitar y memorizar el Corán, sin reflexionar ni actuar, aunque cumplan un pilar, han perdido los dos más importantes y sufren una gran pérdida.

En resumen, nuestras obligaciones hacia el Corán son tres:

Recitarlo.

Comprenderlo.

Y, sobre todo, practicarlo.

Notas:

[1] Nahj al-Balagha, Sermón 193.

[2] Anwar al-Hidaya, p. 435-436.

[3] Sura Al-Muzzammil, 73:2-4.

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